
no hay ni calma ni euforia
son esas horas del atardecer en que la gata maulla disfónica
y la radio pone recitales. (de domingo, domingo)
son esas horas de esos días en los que una duda, profundamente.
yo ahora sólo escucho el reloj y pienso en que si me hubiese quedado allá las cosas habrían andado de otro forma.
desde que te llamas de otra manera y no me invitas a caminar la playa;
desde que te cubres con bufandas grises y yo soy tú, así, de pronto.
desde ese momento que yo también me llamo de otra forma.
me duelo
y me transformo.
y ya la libertad no es deseo, sino necesidad
y ya el amor no importa de donde venga si es que viene ahora, ahora ya...
y tu forma es la del velador y la silla y las cajas.
y tu forma es la de los libros y te pareces a todas las fotos de la habitación.
la transformación es cruel y lenta
y las urgencias aumentan
aumentan.
yo quiero estar al lado de los pelícanos
con tus brazos
en mis hombros.